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EL VENENO

LOS VENENOS DE LAS SERPIENTES
Son sustancias constituidas por una mezcla compleja de proteínas de las  que sobresalen las toxinas, responsables de la acción letal del veneno, y las enzimas, que desempeñan un papel importante en la digestión de las presas.
Los venenos ofidianos producen diversas acciones que pueden clasificarse en cinco grupos:
INFLAMATORIAS, traen como consecuencia dolor local, edema más o menos extenso y voluminoso en el lugar de la mordedura, e hipotensión.
CITOTÓXICAS, que alteran las células y los tejidos. Destrucción de la pared celular de los vasos sanguíneos causando hemorragias, destrucción de los tejidos cutáneo y muscular (dolor agudo y casi siempre insoportable, mioglobinuria, insuficiencia renal, parálisis por incapacidad muscular),alteración de las células cardíacas (cardiotoxicidad: arritmias, taquicardias, paro cardíaco), y alteración de las células sanguíneas (shock circulatorio, anemia).
NEUROTÓXICAS, parálisis progresiva de los músculos esqueléticos y faciales, muerte por asfixia.
HEMOTÓXICAS, hemorragias locales o generales, hemorragias internas (sobretodo cerebrales).
OTRAS ACCIONES DIVERSAS, tales como fiebre, náuseas, vómitos, cefaleas, y sudoración.
Reconstrucción de una mano mostrando los efectos de un veneno de acción citotóxica.

Los tratamientos  consisten bien en contrarrestar los numerosos problemas ocasionados por el veneno (tratamiento sintomático), bien en inyectar al paciente anticuerpos capaces de neutralizar las principales toxinas del veneno (seroterapia antivenenosa).
El suero antiofídico constituye el único remedio realmente eficaz contra las mordeduras graves de serpientes. Puede ser monovalente (específico contra una determinada especie) o polivalente (efectivo contra el veneno de varias especies); los sueros monovalentes son más efeicaces para la especie a la que se refieren que los polivalentes para esa misma especie (es aquello de que lo que se pierde en extensión se gana en intensidad). En la foto de arriba, sueros elaborados en la Farm Snake de Bangkok.
En Europa eligir un suero antiofídico es sencillo, pues la mayoría están elaborados con venenos de víbora áspid (Vipera aspis), víbora común (Vipera berus), y víbora de cuerno (Vipera ammodytes), pero por otros meridianos del mundo el panorama puede ser más complicado debido a la complejidad de la ofidiofauna del lugar. Por ejemplo, en África Central los sueros polivalentes van dirigidos mayoritariamente contra las serpientes venenosas de la sabana (víbora sopladora, cobra de cuello negro y mambas), y aunque se han propuesto sueros polivalentes más ambiciosos, dirigidos contra especies de bosques y sabanas, su protección es menor. Como buena parte de las mordeduras en las sabanas africanas son imputables a las distintas especies de Echis (sobretodo E. ocellata y E. pyramidum), existen sueros monovalentes contra ellas, de mayor eficacia, pero limitados sólo a su veneno.

Desde el punto de vista médico, el peligro que representa una serpiente venenosa depende no sólo de las características del veneno (toxicidad y cantidad), sino también, y de modo muy especial, de la eficacia del sistema de inyección. Por esto, y salvo poquísimas excepciones, sólo son consideradas "serpientes venenosas" las serpientes de dentición proteroglifa y solenoglifa, capaces de inyectar eficazmente veneno en el cuerpo humano.

Ejemplar joven de cobra real que fotografié en una exposición en el Museu Blau de Barcelona

APARATO VENENOSO
Esencialmente está compuesto por dos glándulas que sintetizan el veneno (son glandulas salivales modificadas) y por los colmillos (dientes modificados).
En relación a los colmillos, PROTEROGLIFAS son las especies (cobras, búngaros, coralillos, mambas, taipanes...) que presentan uno o más colmillos en la parte anterior de los maxilares, correspondientes a los dientes delanteros de la mandíbula; los colmillos disponen de un surco para el veneno que puede estar cerrado en algún tramo, pero en el que es visible la sutura.
SOLENOGLIFAS son las especies (víboras y crótalos) que tienen un sistema de inyección más elaborado, donde el colmillo (también en la parte anterior del maxilar) tiene cerrado el canal de inyección en toda su extensión, con lo que actúa como una aguja hipodérmica.
CROTALUS ATROX es un ofidio solenoglifo, que se distingue de las víboras verdaderas, también solenoglifas, por la presencia de un sofisticado órgano termorreceptor (bien visible en el ejemplar de la foto: es el agujero que hay entre el ojo y la nariz).
Esqueleto de una BITIS GABONICA expuesto en el Museu Blau (Museo de Ciencias Naturales de Barcelona) en una exposición temática sobre animales venenosos, mayo de 2014. Obsérvense los impresionantes colmillos que pueden alcanzar en esta especie los 5 cm; se trata de una serpiente solenoglifa.
BOIGA DENDROPHILA es un culébrido venenoso, con dientes OPISTOGLIFOS cuya eficacia inoculadora dista mucho de la perfección de los Solenoglifos y de los Proteroglifos. La culebra tiene colmillos fijos y situados en la parte posterior del maxilar, que presentan en su cara anterior un surco o canal por el que puede fluir el veneno, generalmente de escasa toxicidad. El aparato venenoso es por consiguiente más primitivo y rudimentario que los anteriores vistos y por eso, aunque técnicamente venenosas, a estas serpientes no se las considera de importancia médica, con muy pocas excepciones (Dispholidus typus, Thelotornis kirtlandi y Rabdophis sp.)

TOXICIDAD DEL VENENO
LD 50 significa dosis mínima de un veneno necesaria para matar un kilogramo de ratón (20 gramos) al 50 %, y es la fórmula que se emplea habitualmente para determinar el grado de toxicidad de cualquier veneno.
Se tiene en cuenta la vía de inoculación (intraperitonal, intravenosa o subcutánea), y los datos que se obtienen permiten, por extrapolación, calcular cifras teóricamente aplicables para el ser humano, dada la similitud de la fisiología de éste con la del ratón de laboratorio, pues obviamente no es posible la experimentación con humanos. Por este último motivo resulta muy significativa también la información proporcionada por los cuadros clínicos que presentan las personas que han sido mordidas accidentalmente, con inoculación de veneno, por serpientes venenosas identificadas, teniendo siempre en cuenta las peculiaridades de cada caso concreto.

De la definición de LD 50 se deduce que cuanto más baja es la cifra, tanto más tóxico es el veneno. Por ejemplo, la LD 50 del taipán del interior, Oxyuranus microlepidotus, reputada la serpiente terrestre más venenosa del mundo, es de 0,01 mg / kg vía subcutánea (P. Mirtschin & R. Davis, 1982) lo que significa, según he dicho, que para matar en un 50 %, a medio centenar de ratones, de 20gr/ ratón, son necesarios al menos 0,01 mg de su veneno, una cifra 49,5 veces más pequeña que la que necesita para lo mismo una cobra india, Naja naja, cuya LD 50 es de 0,5 mg / kg (Allen Greer, 1997, asigna una LD 50 a Oxyuranus microlepidotus de 0,025 mg/kg vía subcutánea, con un valor mínimo de 0,02 mg/ kg y un valor máximo de 0,029 mg/ kg, siendo en cualquier caso también la LD 50 más baja registrada).

El veneno de los elápidos australianos ha sido muy estudiado y están determinadas las LD 50 de la mayoría de ellos, y en todo caso de las especies más importantes desde el punto de vista médico (taipanes, serpientes pardas, serpientes negras, serpiente tigre y "víboras" de la muerte). Así, la serpiente marrón oriental (Pseudonaja textilis) tiene una LD 50 subcutánea de 0,041 mg/ kg (P. Mirtschin & R. Davis, 1982; el autor Allen Greer, 1997, sitúa la cifra en 0,053 mg/ kg, también vía subcutánea, cifra media del intervalo 0,041 (mínimo)- 0,065 (máximo), pues la LD 50 puede variar en función de algunos factores). Serpientes tales como la famosa mamba negra de África (LD 50 subcutánea 0,28 mg/ kg -Stephen Spawls, 2002-) y todavía más la víbora del Gabón, se alejarían de estos valores. Sin embargo recuérdese que tan importante como la toxicidad del veneno es la cantidad del mismo que la serpiente produce. En particular, la mencionada serpiente marrón oriental de Australia tiene una muy baja productividad, pues inyecta en la primera y segunda mordedura (las más productivas), por término medio, unos 3-4 mg de veneno seco, aunque ejemplares de más de 2 metros, en Queensland, han descargado hasta 40 mg (E. Worrell, 1963), lo que bastaría para matar a casi 50.000 ratones (20 gr/ ratón). La mamba negra, en cambio, suele inyectar por término medio unos 100 mg (S. Spawls, 2002). El taipán del interior de Australia, Oxyuranus microlepidotus, que es la serpiente más venenosa del mundo (o sea, la que tiene la LD 50 más baja), puede inocular unos 44 mg, lo que significa que en una sola mordedura podría matar al 50 % a nada menos que 218.000 ratones (20 gr/ ratón). Las cobras (Naja naja, Naja kaouthia, Naja haje, Naja melanoleuca) tienen venenos sólo moderadamente tóxicos pero los inoculan en cantidades grandes y de ahí su letalidad. Una mordedura de cobra india puede ser por lo menos tan letal como una de búngaro común, aunque gota por gota el veneno de este último resulta más potente (unas cinco veces más), precisamente por lo antes dicho.


ADMINISTRACION DEL VENENO
La aparición del aparato venenoso supuso una auténtica revolución en el universo de las serpientes debido a la ingente cantidad de ventajas que su existencia les reporta. Aún así, sólo un tercio, más o menos, de las serpientes disponen de aparato venenoso (opistoglifas, proteroglifas, y solenoglifas), ¿Por qué si el veneno es tan ventajoso lo tienen menos de la mitad de las especies existentes?.
Pues sencillamente porque la producción del veneno es, en términos energéticos, muy costosa. Por esta misma razón también las especies venenosas han de mostrarse cautas en su administración. Como ejemplo, la víbora de Palestina, Daboia palaestinae, que por término medio inocula en una mordedura 32 mg de veneno seco, lo que constituye sólo el 11 % del total de sus reservas (Kochva & Gans, 1966; Minton, 1974, asigna cantidades mayores, de entre 90 y 140 mg, en los individuos más grandes de esta especie).
Las conocidas como "mordeduras secas" son aquéllas en las que la serpiente venenosa no inocula ni una gota del tóxico. No es infrecuente. Por ejemplo, de una muestra de 37 casos de mordedura de la brasileña Bothrops moojeni, conocida localmente como "caissaca", tres fueron mordeduras secas, lo que representó el 8,1 % (Campbell & Lamar, 2004).
Algunos autores consideran que este tipo de mordeduras son únicamente consecuencia de fallos en el mecanismo de inoculación.
Todas las especies infligen, en mayor o menor medida, mordeduras secas. Y es hecho comprobado que toda serpiente venenosa administra bien su veneno, determinando cuánto inocular en cada momento (ojo: dentro de las posibilidades de cada especie, así, el taipán Oxyuranus scutellatus tiene unas glándulas tan eficaces en la fabricación de veneno que puede dar varios mordiscos seguidos, todos ellos productivos). En términos generales puede afirmarse que las serpientes son más generosas cuando envenenan para cazar que cuando lo hacen sólo para defenderse.
Que el veneno puede ser muy ventajoso se demuestra por el hecho de que en todos los grupos zoológicos, sin excepción, también en las aves, encontramos especies que han apostado por él. Pero su producción es el resultado de una reacción química cuya realización requiere consumo de energía, y ese consumo energético no a todos les va bien. Los mamíferos, por ejemplo, ya consumen bastante energía sólo para mantener su calor corporal.
Las serpientes venenosas administran su veneno lo mismo que nosotros los humanos gestionamos nuestros recursos. Entonces las mordeduras secas, al menos una parte de ellas, sí pueden deberse a una intención de la serpiente de no querer inocular veneno en una situación concreta, es decir, ser intencionadas, consecuencia directa de la sabia administración que de su arma formidable hacen estas fantásticas criaturas.